Tiene 39 años y lloró como un niño cuando más de 50.000 personas corearon su nombre en el ayuntamiento de la ciudad. Windass es leyenda...
Veinte años después de que Brian Horton le echase del club, meses antes de cumplir los 19, Dean Windass ya es el mayor héroe futbolístico de Hull. Tras deambular con más pena que gloria a lo largo de toda su carrera, este tosco delantero que apura sus últimos días en el fútbol logró el sábado el gol más importante del Hull City: el que daba a los ‘Tigers’ el primer ascenso de su historia a la máxima categoría del fútbol inglés.
Windass, quien jamás ha sido internacional, ofrece la perfecta imagen con que se conoce a los nativos de Hull: ‘Tough guys’ (tipos duros). Y bien puede decirse que se ha currado como pocos la posibilidad de vivir de este deporte porque apenas una semana después de que aquel técnico (hoy asistente de Phil Brown en el banquillo) le diese la baja, comenzaba a trabajar como albañil.
Regresó a casa a los 21 para ir a Aberdeen en el 95 con un traspaso que salvó de la ruina a los ‘Tigers’ (900.000 euros). Pasó después por el Oxford y debutó en la Premier con el Bradfford; que le traspasó a un Middlesbrough del que salió por piernas para estrellarse en Sheffield por partida doble, primero en el Wednesday y después en el United.
Y en enero de 2007 volvió a Hull para colaborar en su salvación del descenso de la Championship. Lo hizo marcando un gol en la última jornada al Cardiff City, que le decidió a seguir un año más. Y el sábado marcó al Bristol City, en Wembley, ese gol que le catapultó al olimpo de los ‘Tigers’.
Dean Windass no es un crack es, simplemente, leyenda.
Aunque todo no es bueno en su carrera ya que de Windass también se dice que es amigo de pasearse con su flamante deportivo por Hull y aparcarlo delante de cualquier pub que arrasa con sus amigos.
También tiene el honor de ser el único futbolista británico expulsado tres veces en un mismo partido. Jugaba en el Aberdeen y un árbitro le expulsó por doble amonestación. Después le mostró otra tarjeta roja por insultarle y, de camino al banquillo, otra más por patear el banderín del juez asistente. Ni el mejor Stoichkov...
(Fuente: Sport)
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