Por primera vez en 20 años, un oso polar atravesó los 300 kilómetros que separan el sureste de Groenlandia de la costa norte de Islandia. Probablemente, el plantígrado hizo parte de la travesía sobre un iceberg, y el resto, a nado. Sin embargo, su hazaña no pareció conmover demasiado a las autoridades islandesas, que le dispensaron una siniestra bienvenida. Poco después de ser avistado el miércoles por la mañana por un granjero mientras deambulaba por una carretera próxima a la ciudad de Skagafjördur, el oso fue abatido a tiros por la policía local.
La muerte del animal, de unos 250 kilos de peso, ha desencadenado la protesta de los grupos ecologistas, que aseguran que habría sido perfectamente posible inmovilizarlo y trasladarlo a un lugar seguro. El jefe de policía que dio la orden de tirar a matar sostiene, sin embargo, que para disponer de los tranquilizantes necesarios tendría que haber esperado un tiempo durante el que existía el riesgo de perder el rastro del oso a causa de la niebla. El Ministerio de Medio Ambiente anunció que abrirá una investigación para esclarecer si la policía obró correctamente.
Las leyes locales autorizan la caza de osos polares (una de las especies más amenazadas por el cambio climático) siempre que representen un peligro para las personas o para el ganado. Esta última condición se aplica, en cualquier caso, con una laxitud considerable. En 1993, unos marineros vieron a un plantígrado nadando cerca de Strandir. No estaba, pues, en situación de amenazar a nadie. Lo mataron antes de que llegara a la costa. Idéntica suerte corrió el último oso polar que hasta ahora había posado sus pezuñas sobre tierra islandesa. Sucedió en 1988.
En la edad media, era frecuente ver a osos polares domesticados en Islandia. Hace más de tres siglos que no se captura a un ejemplar vivo.
(Fuente: El Periodico)
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